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Para que contextualices adecuadamente esta sexta parte es necesario que primero hayas mirado el vídeo y los capítulos anteriores. Puedes ir directamente haciendo clic en los números: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10.
Dentro de las múltiples amenazas que supone el avance de las IA, hasta convertirse en SIA y SUIA (Súper Ultra Inteligencias Artificiales) está todo lo que supone acaba con la poca privacidad que nos queda y que cederemos de buena gana. Síííí, de buena gana. Como borregos felices porque nos hemos presentado voluntarios al matadero. Ya hemos hecho algunas preguntas al respecto en la entrega anterior.
En esta undécima entrega vamos a señalar algunas de las promesas más esperanzadoras del mundo de la inteligencia artificial con sus “nuevas ciencias” asociadas: robótica, mecatrónica, androides, ginoides, háptica, ciborgs. Estas promesas (que ya muchas son realidad) nos llevan a creer al ya aumentado nivel de la esperanza de vida de la humanidad, le vamos a sumar la posibilidad de fusionarnos con las máquinas y no solo resolver problemas de salud sino potenciar muchas de nuestras capacidades físicas.
En el mundo de la movilidad de las personas no es un tema nuevo ya que la industria de las prótesis llevan ya siglos avanzando en artilugios que facilitan la vida, pero en el mundo de la medicina interna y el mundo asistencial los adelantos son espectaculares
Mira el vídeo para que entres en sintonía con el tema de este artículo.
Nuevos medicamentos
La capacidad de análisis de una IA como la de Watson permite recopilar millones de datos médicos que permiten a los investigadores desarrollar nuevos medicamentos.
Mi frivolidad habitual me lleva a pensar que donde hay nuevas posibilidades de medicamentos hay industrias farmacéuticas y donde están estas hay negocios, lobbys para los gobiernos, nuevos grandes contratos o políticas de explotación, negocio, negocio, negocio. No lo digo como una crítica. Estamos en esta vida para hacer negocios. La cuestión es cómo, bajo qué visiones de la humanidad, con cuál ética, a costa de quién. Ese ha sido el sentido de este ciclo de “Conociendo la Inteligencia Artificial”: generar más preguntas que certezas.
¿Cómo no estar de acuerdo en encontrar medicamentos para enfermedades que hasta ahora solo reciben algún tratamiento paliativo o directamente ningún tratamiento?
Hay padecimientos en las personas que no admiten ninguna broma, a menos que la hagan las mismas personas que los están viviendo. El drama, el sufrimiento diario, cada minuto, cada segundo es indescriptible, pone a prueba permanente la capacidad de aguante del ser humano y de las personas que rodean a la persona afectada.

Una enfermedad crónica es un antes y un después para cualquier ser humano y sus familias. Así que bienvenidos todos los medicamentos, técnicas y estrategias que nos puedan permitir aliviar estos males.
Con una visión sistémica es importante recordar que los impactos de las enfermedades crónicas no son solo físicas (dolores, temblores, pérdida de memoria, mareos, parálisis) sino también psicológicas, sociales, espirituales y económicas. Y vuelvo a señalar, no solo de la persona de quien la padece que ya damos por sentado que son los héroes y las heroínas, sino también de las personas incondicionales que ayudan en su cuidado.
Una enfermedad para la que no existen curas efectivas impacta todo el entorno de la persona. Para las enfermedades que sí tienen cura, el impacto y el reto es diferente. Sabes que si te ajustas a los tratamientos, tu pronóstico de mejora es alto.
El reto para las disciplinas de la salud es encontrar mejores medicamentos que reduzcan, entre otras cosas, los nefastos y mortales (en muchas ocasiones por paradójico que suene) efectos secundarios de muchos medicamentos.

Riesgos y Bioética
Como casi todo lo relacionado con lo nuevo, las promesas de solución están asociadas a los riesgos reales o potenciales que implica la implementación de esta innovación.
Detrás de los posibles descubrimientos “se supone”, “se espera” que hayan profesionales deontológicamente conscientes para hacer preguntas fundamentales:
- ¿Se ajustan estos ensayos al respeto de todo consenso ético sobre el respeto de la vida en general y de los seres humanos en particular?
- ¿Los ensayos provocarán, así sea temporalmente un daño mayor al que intentamos solucionar?
- ¿Cuáles son los efectos colaterales de la implementación de esta medicina?
- ¿Nos mueven intereses reales de bien común o son intereses “oscuros”?
Este es un debate ético antiguo que ha dejado muchos muertos y asesinatos en el camino. La inevitable técnica del “ensayo-error” es posiblemente la responsable de los mayores avances de la humanidad, pero también de los más inconfesables crímenes. Es una lógica difícil de rebatir: ¡¿Si no ensayamos, cómo vamos a dar con la técnica que sí funciona?!
Diseño Genético
¿Y si pudieras alterar tu ADN para que tu descendencia no estuviera predispuesta a ciertas enfermedades crónicas?
El aporte que la IA puede hacer en el campo de la genética es inconmensurable.
Tiene varias vías:

Las vías de solución de problemas
- Desarrollos que permitan modificar las predisposiciones genéticas a ciertas dolencias antes del nacimiento de nuevas personas.
- Modificación del ADN para evitar malformaciones físicas.
Las vías de creación de nuevos horizontes y nuevos potenciales problemas
- La posibilidad de “diseñar” genéticamente al hijo o hija que quieras.
- Alterar, modificar, transformar algunas características humanas con el fin de “construir” “superhumanos”.
La discusión ética está servida, pero la IA promete allanarles de manera inimaginable el camino a las y los investigadores.

Simuladores y robots
En la preparación de los cirujanos, desde hace unos años tenemos noticias de cómo se han ido convirtiendo en una mezcla de artistas del bisturí y “gamers”. Manipulan “joysticks” en operaciones simuladas que les permite aumentar su precisión. La IA puede mostrarle a los galenos no solo las mejores posibilidades y técnicas de una intervención sino además ser sus asistentes robóticos para que se implementen adecuadamente estas sugerencias.
En la serie “Mejores que nosotros”, que transmiten por una de las plataformas de videoclub digitales, en uno de los episodios se plantea que la gran prueba para fabricar un determinado modelo de robot súper avanzado era el que éste pudiera hacer una operación mejor que el mejor cirujano del país.
Por supuesto, ganó el robot. En este caso, la robot. Una ginoide hiper realista. Un detalle, no menor, de esta competición, que así fue planteado en la ficción, era que la ginoide no podía recibir ayuda de ningún humano para encontrar la mejor técnica. Ella debía con sus recursos “estudiar”, “aprender” y poder en práctica lo aprendido.
El problema más inmediato de este horizonte son las implicaciones legales y éticas. Si pasa algo imprevisto, dañino o contrario al resultado esperado, como la muerte del paciente, durante la intervención (que siempre puede pasar) y la cirujana es una robot ¿A quién responsabilizamos de esa contingencia? Si el paciente muere por una complicación o por “negligencia” del robot (si esto fuera posible) ¿A quiénes reclaman los familiares?

Integraciones, fusiones, ciborgs
A todo este panorama de medicina interna, debemos sumarle las implicaciones en el campo de las integraciones con la tecnología. Ya hemos visto algo antes en otros artículos, pero déjenme dar un paso más y hablar de los ciborgs.
En la discursiva de esta posibilidad uno de los términos que se está usando es “transhumano”. Son personas que han integrado a su cuerpo algún elemento tecnológico de manera permanente y que cumplen una función que es evaluada como una mejora ante el estado anterior sin este artilugio.
Los defensores de esta posibilidad lo han llamado la próxima evolución de la humanidad. Los seres humanos serán capaces de grandes maravillas ayudados por la integración robótica de miembros, órganos, sentidos que repararán algunas “deficiencias” humanas o multiplicarán las capacidades, no solo de los humanos sino también de los animales. Ya hemos mencionado a los personajes de los años 70, el hombre nuclear, la mujer biónica y Max, el perro biónico. Así que tampoco es una aspiración reciente, si bien ahora existen los medios para llevar a la realidad ese sueño.
En la actualidad hay varias personas que dicen ser ciborgs. Los más conocidos son Neil Harbisson, músico y artista, que tiene una antena en la cabeza que le permite oír los colores; Moon Ribas que se implantó unos sensores en los pies que según ella le permitían sentir los “latidos de la tierra”. Ellos dos han creado la Cyborg Foundation. Puedes ver una nota ilustrativa sobre este tema en este vínculo: Transhumanistas y cyborgs: chips, antenas y cámaras en el cuerpo para desafiar los límites de la vida, escrito por Desirée Jaimovich, periodista especializada en tecnología e innovación. Desirée R. Jaimovich (linkedin).
Parece inevitable que ese integración se vaya dando. Nuestro móvil, ya parece una extensión de nuestro cuerpo. Cuando creíamos que nos íbamos a deshacer de los teléfonos, aparecieron los “Smart” Watch que son más que un reloj y nos monitorean hasta el sueño. Y más allá de esto, muchas empresas están proponiendo el acceso “fácil” a sus instalaciones a los trabajadores que se implanten un chip subcutáneo. De nuevo, nos integraremos de buena gana.
Las ciencias de la salud y la IA
Las posibilidades son “infinitas”. Las SUIA nos ofrecen un panorama alentador frente a la calidad de vida inicialmente de los humanos. Entendemos que es y será una tecnología muy cara con códigos cerrados a las que pocas personas podrán acceder. ¿Qué le impide a un multimillonario volver biónica a su mascota si con eso se garantiza que le acompañe más años o tenga mayor bienestar? Pues, nada se lo impide.

Cómo hacer llegar estos adelantos tecnológicos en la medicina cada vez a más personas a precios razonables, es probablemente uno de los retos al que nos enfrentaremos en los próximos años. Habrá proyectos de ley en los parlamentos donde se facilite la modificación de los cuerpos a través de la sanidad pública como se hace actualmente con las personas “trans” para el cambio de sexo.
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