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¿Ruptura de pareja y feminismo? Tercera parte

Para que contextualices adecuadamente esta tercera parte por favor lee la primera acá, y la segunda aquí.

Estoy reflexionando acerca de si el hecho de ser feminista puede llevar a vivir las rupturas de pareja de una forma diferente, o incluso si a nivel de coherencia con los valores propios o asociados al feminismo, las rupturas de pareja deberían vivirse con unas características especiales. Hasta ahora he intentado relacionar las herencias culturales que al respecto de las rupturas de las relaciones hemos tenido y qué implican desde una perspectiva feminista.

Ruptura = Fracaso

Otro de los mitos insuflados hasta el tuétano de los huesos en nuestra cultura es la idea de que es un fracaso (existencial) romper nuestra relación. Obviamente no me refiero a las “rupturitas” de  relaciones de pocos días o de intensidad baja. Me refiero a las parejas con cierto proyecto de continuidad en el tiempo.

Como saben las separaciones y divorcios han aumentado exponencialmente desde hace unos 40 años, pero ni así se borra fácilmente la ecuación de que romper en la relación es una especie de fracaso en la vida.

Si asumimos los valores de igualdad del feminismo, podríamos pensar que cada relación “hasta cuando dure”, es una oportunidad de crecimiento en el despliegue de otros valores y comportamiento relacionados con la igualdad, y que en consecuencia una ruptura no es un fracaso sino simplemente el fin de una etapa que nos prepara para otras experiencias. Esto puede aplicarse a cualquier tipo de relación, esté transversalizada por el feminismo o no, pero al estarlo, la dimensión del aprendizaje al respeto por la decisión de la otra persona “debería” traer como consecuencia una carga emocional diferente.

Con la óptica del feminismo podríamos cambiar la ecuación a:

Ruptura = Fin de un ensayo.

Ruptura = Respeto innegociable por las decisiones de la otra persona en el ejercicio sano de su libertad.

Ruptura = Celebración de la evolución del pensamiento y las emociones.

Ruptura = Tiempo para ocuparme en exclusiva de mí y mis coherencias.

Ruptura = Tiempo de aceptación de mi individualidad

Ruptura = Transformación/Crecimiento

Ruptura = Nuevas posibilidades.

Está en juego la cantidad de dolor

Adonde apunta esta reflexión es que una ruptura de pareja para una persona que se dice feminista “debería” significar un manejo diferente de las sensaciones de abandono, de rechazo, de “fracaso”, de frustración. El feminismo, introyectar los valores del feminismo, debería habilitarnos a un manejo emocional diferente, más consciente de lo que está en juego. En definitiva, si decimos vivir los valores de igualdad del feminismo, “deberíamos” aceptar con tranquilidad (si lo llevamos al extremo, con alegría) las decisiones de nuestra pareja, o las nuestras de romper con nuestra pareja. El dolor debería ser menos o por lo menos gestionado de una forma diferente.

Ruptura de pareja, Feminismo y Agresividad

Una de las injustas acusaciones contra el feminismo es aquel que acusa a quienes se muestran más beligerantes en la defensa de los derechos llamándoles “radicales”. Esto se puede entender por lo menos en dos sentidos generales:

  • Por un lado no se dan cuenta que los privilegios del heteropatriarcado no se abandonarán ni fácil ni generosamente, con lo cual es necesario que haya una movilización ciudadana al respecto. Por supuesto, rechazo cualquier tipo de violencia.
  • Por el otro, puedo deducir que quien acusa de radicales a ciertas feministas lo hacen porque creen (posiblemente de forma ingenua) que la consecución de esa igualdad se puede hacer sin crear políticas públicas y leyes que la avalen y que la evolución del “espíritu” humano nos llevará espontáneamente a que la igualdad se real como por arte de magia

Bien, al margen de que sea posible que algunas personas califiquen al feminismo de agresivo contra los hombres, mujeres no feministas y ciertas estructuras sociales, la búsqueda de la igualdad que proponen todos los movimientos igualitaristas ha de buscarse por medios pacíficos y legales. Si la ley está obsoleta pues el camino será buscar cambiar las leyes.

Así que en el plano íntimo, como puede ser el familiar, el de amistad, el de la pareja, se espera de una persona feminista que sea pacífica y civilizada. No es posible decirse feminista y tener relaciones agresivas, de control, de imposiciones, de poder en las relaciones interpersonales más cercanas.

En las rupturas de pareja, el espectro de “cómo se terminan las relaciones es muy amplio”. Desde la ruptura civilizada, hablada, concertada, hasta las rupturas conflictivas, agresivas e irracionales.

Si me digo una persona feminista, igualitarista (no es lo mismo ser igualitaria que igualitarista, pero esa no es la discusión de este momento), se esperaría que las rupturas se llevarán a cabo en un marco de diálogo, de civilidad y de cierta tranquilidad. Las rupturas casi siempre serán difíciles por la carga emocional que significan, pero si me digo feminista, mi opción ha de ser la de terminar mis relaciones con un deseo de “querer lo mejor para la otra persona” y de agradecimiento por la oportunidad de descubrimiento y crecimiento mientras se estuvo en la pareja.

Por supuesto que si soy una persona con una cierta educación emocional y en habilidades comunicativas, esto se puede esperar de cualquier, sea o no feminista, pero si dices serlo, de alguna forma hay una perentoriedad de ser consecuentes con ciertos valores.

Creo que con esto, por el momento, queda saciada mi necesidad noctámbula de asociar las rupturas afectivas con el feminismo, aunque me temo que las aristas sin mucho más complejas que estos desvaríos. Como siempre, espero haber dejado más preguntas que respuestas.

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