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¿Trabajando con IA?

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Para que contextualices adecuadamente esta sexta parte es necesario que primero hayas mirado el vídeo y los capítulos anteriores. Puedes ir directamente haciendo clic en los números. 1234, 5, 6.

En la sexta parte tocamos uno de los principales retos, pero a la ve promesas de la IA, la posibilidad de aprender autónomamente. En ciertos campos del conocimiento humano lo llamaríamos “meta-aprendizaje” (aprender sobre el aprender) y en el campo de la neuroeducación, en los últimos 30 años se ha hablado bastante sobre “aprender a aprender”.

El “aprendizaje” automático de las máquinas reúne un poco de ambos horizontes. El reto es que los dispositivos y artilugios no solo puedan hacer “cosas” que para el ser humano serían impensables por un lado o rutinarias y de poco valor intelectual por otro, sino que en la medida que las hacen aprendan y optimicen estos procesos. Yendo más allá, la autonomía y automatización de la IA nos llevará a encontrarnos con “súper inteligencias” que serán capaces de establecer conversaciones, relaciones, crear “pensamientos” y ejecutar acciones con una mínima (o ninguna) intervención humana.

En esta séptima parte nos preguntamos…

  • ¿Cómo serán nuestros trabajos en un mundo con más IA?

Más exactamente, tendríamos que preguntar…

  • ¿Cómo están siendo nuestros trabajos ahora con más IA?

Como señala en el video de IBM la cofundadora de TOPBOTS, Adelyn Zhou “la IA ha sido parte de nuestras vidas sin que en realidad nos diéramos cuenta”. La explosión de internet, el avance de los dispositivos móviles hasta convertirse en “smart”, los asistentes por voz, los sistemas de acceso en nuestras empresas o ciertos escenarios, la identificación por huella, el “retargeting” (o remarketing) son solo algunos de los avances que simplemente hemos adaptado de manera casi natural a nuestras vidas sin que supiéramos qué se estaba cociendo bajo cuerda. 

Mira primero el vídeo para que me acompañes en esta reflexión acerca de la influencia de la IA en el mundo laboral. 

¿Nos reemplazarán en el trabajo?

Uno de las grandes preocupaciones del avance (y de la realidad actual) es el impacto que está está teniendo y tendrá en el mercado de trabajo. ¿Cuántos puestos de trabajadores humanos quitará?

La respuesta es sencilla, dolorosa, simple e inevitable: Muchos, cientos, miles, cientos de miles.

Es cuestión de tiempo que los humanos seamos reemplazados casi en todos los ámbitos en los que ahora nos requieren.

La combinación de factores para que esto suceda y sea deseable, incluso en las políticas públicas, es tan compleja que los ingredientes para la tormenta perfecta están servidos.

Por mencionar solo uno, mencionaré el “problema” del envejecimiento de la población. Digo problema porque hace unas décadas fue una decisión más o menos consciente de los gobiernos del “primer” mundo que había que reducir el número de nacimientos. Esto lleva décadas tratando de exportarse a los países “pobres” y justo por estas épocas la curva de natalidad empieza a responder a este “deseo”. Bien, el panorama es éste: Si hay un mayor envejecimiento, la mano de obra nueva no es capaz de reemplazar a la vieja. La solución para los países desarrollados es la migración. Los “pobres” que tienen dificultades aún para acceder a mejores políticas públicas y con ellas programas de educación sexual y control de la natalidad, siguen teniendo más de un hijo, pero, obviamente no al ritmo de otros años. Los países emergentes o en vías de desarrollo también se están envejeciendo. Pero los migrantes son solo un parche, una solución temporal. Los migrantes, en cuanto seres humanos, también envejecerán. He ahí un campo inmenso de acción de los robots con su maravillosa IA incorporada.

La productividad y la competitividad de las empresas hay que mantenerlas a toda costa. Es una de las bases de su supervivencia. Si no hay quien reemplace al viejo Antonio que ya se juila, habrá que pensar maneras en que algo nos ayude a mantener los índices de producción y calidad en un mercado que se tecnifica más cada día. Además, nuestra competencia que suelen tener menos corazón que nosotros, ya se había percatado de este problema hace años y, sin misericordia, ya había empezado su proceso de transición tecnológica antes que nosotros. Así que, como ya señalé, el cambio al uso de IA no es solo una necesidad es inevitable.

Creo que muchos sindicatos deben sentir cómo se les revuelven las tripas al vislumbrar que su panorama futuro posiblemente sea el de defender los derechos de las máquinas y no de las personas. Pero qué nos hace pensar que las “SúperIA” al poder aprender solas y crear realidades por sí mismas, no creen un propio sistema gremial que vea como una amenaza a los humanos, con su inestabilidad emocional y su factibilidad, y decidan apoderarse de las empresas, curiosa y paradójicamente, por el “bien” de los propios humanos. 

La paradoja de las IA es que serán creadas y programadas por los humanos, pero pronto llegarán a la conclusión que no necesitan a los humanos en la ecuación y se librarán ellos por el bien de los humanos.

Cientos de miles de puestos de trabajo

Sí, la IA quitará muchos empleos. Los optimistas de este relato, dirán que también están creando mucho empleo que antes no existía. Que estamos repitiendo lo que ya se vivió con la explosión industrial y que al final solo estamos en un periodo de cambio al que nos adaptaremos tarde o temprano.

Estamos pasando desde hace un tiempo de tener grandes corporaciones que centralizan toda la producción en un solo lugar, a un batallón de micro-emprendedores, que hacen alianzas estratégicas y proveen cada una de las piezas que se necesitaban antes en la gran empresa. Uno de los riesgos asociados a la IA es la transformación del mundo laboral, donde hay una lucha fratricida de pequeñas empresa, buscando una migaja del pastel, que no es otro que el pastel de la supervivencia, de las facturas a fin de mes, del pago del comedor del colegio de nuestras hijas e hijos. Ya no habrá una gran empresa, dándonos importantes incentivos (salario emocional) con un gran sindicato defendiendo nuestros derechos, sino una jungla del “´sálvese quien pueda”.

La ilusión de la economía cooperativa, como las famosas aplicaciones (con IA) que permiten relaciones entre usuarios (C2C en lugar de B2B), parece que intentarán enviar un mensaje al mundo de que es la cooperación y no la competencia lo que nos mantendrá en vida, pero el consumidor final está muy lejos de las decisiones económicas importantes y escasamente puede participar con un clic, a costa de vender su intimidad.

Como señala el futurista George Dvorsky, “el trabajo de nadie es seguro”.

El video lo señala claramente: “Este ciclo de creación y pérdida de empleo se repite a través de las décadas”. Los agoreros siempre señalan que nunca estamos preparados para dichas transiciones y hoy menos porque mientras que en la revolución industrial los cambios podían tardar algunas décadas, el vertiginoso avance de las nuevas tecnologías y en especial la IA, nos ha pillado literalmente “con el culo al aire”.

No estamos preparados para la gran pérdida de empleo que ya se está produciendo y menos para la que se avecina. Por supuesto que encontraremos nuestra manera de sobrevivir, pero tendremos que atravesar un océano de desesperación y dolor. No es una figura literaria, es un hecho. 

Voces optimistas

En el video Max Tegmark señala que no se trata de que la IA reemplaza a los seres humanos, sino de que seres humanos que no trabajan con IA serán reemplazados con humanos que sí lo hacen. No dudo de las buenas intenciones del señor Tegmark, pero la desesperación y el dolor no nos lo quita nadie. Un robot, o mejor dicho un proceso robotizado, puede reemplazar la actividad de una empresa en una proporción de 1 a 10, en muchos casos de 1 a 100 y sin exagerar, de 1 a 1000 (es posible que me quede corto).

Así que estas voces optimistas que dicen “no os preocupéis, así como destruiremos empleo, lo crearemos”, no están desencaminadas, lo que no se dice es, qué pasará entre medias y cuáles serán las repercusiones de eso que suceda mientras que el ciclo se repite. 

Transición robótica

Aunque habría que hacer salvedad por sectores del espectro del mercado laboral, el asunto es simple:

  • Realidad anterior: Muchos humanos con poca tecnología.
  • Realidad actual: Muchos humanos con mucha tecnología.
  • Realidad próxima: Menos humanos con mucha tecnología.
  • Realidad futura: Muy pocos humanos con mucha tecnología. 

Estamos en el momento en que nos relacionaremos como algo cotidiano con un robot que nos pasará las piezas que nosotros supervisaremos para verificar que todo vaya correcto, pero que no necesitan descansar, ni hacer una pausa para ir a tomar el café, ni para ir a cotillar (chismear) y así, de paso, si no lo habías pensado, afectar el clima de la organización. 

Aprender por demostración, no por programación

El aprendizaje automático de las máquinas, en especial en el ámbito laboral, está permitiendo que puedan aprender por demostración, no por programación. Esto significa que “modelando” la actividad que se debe realizar, el robot con IA, podrá saber qué es lo que tiene que hacer, escribirá su propio código para que luego pueda automatizar su actividad. Un mismo robot podrá ser “enseñado” a realizar diversas tareas, con lo que la inversión en el mismo se amortizará mucho mejor que cualquier cuadrilla de trabajadores que se necesitara en el pasado para el mismo proceso.

El aprendizaje por demostración abre una puerta infinita de posibilidades, que de nuevo, paradójicamente, puede dejar obsoletos a los programadores. No sucederá rápido (¿?) probablemente, pero sucederá. Las máquinas solo tendrán que “mirar” cómo se hace y en unos cuantos minutos lo harán con mayor precisión, calidad, eficiencia y “entusiasmo” que cualquier humano. 

Entrenamiento de robots

Piensa en lo siguiente. Tengo un operario con mucha experiencia y capacidad docente que suelo usar en enseñarle a los nuevos a realizar las tareas. En una empresa mediana y grande esta es solo la parte final. Para llegar a ese escenario de aprendizaje debo haber pasado por el proceso de reclutamiento, selección, formación e inducción a la empresa en general, incluso antes de las tareas específicas.

¿Qué pasa si tengo un robot que no tiene que pasar por toda esta parafernalia y directamente lo puedo enfrentar a nuestro veterano operario para que haga lo que tiene que hacer?

No tiene que ir a llevar un CV, no tiene que ir a entrevistas, ni presentar pruebas psicotécnicas, no tiene que desplazarse en una ciudad atascada desde su sitio de residencia con la posibilidad de que algunas veces no llegue o llegue tarde; no afectará el clima laboral como agente activo por lo menos. Y si el trabajo sale mal, solo tendremos a un culpable a quien echarle la culpa: Nuestro veterano operario, que ya no tendrá que cabrearse con operarios que se les tiene que repetir 100 veces las cosas. Nuestro robot guardará su aprendizaje y podrá repetirlo las veces que haga falta.

Al final, cuando nuestro operario experimentado se haya vaciado de todo su conocimiento y haya enseñado a los robots todo lo que sabe ¿Qué pasará con él? ¿Cuánto tiempo lo necesitaremos para que atienda las contingencias que no pudieron ser previstas en el camino de la enseñanza?

Sí, la respuesta es fácilmente deducible. Llegará un momento en que tampoco el entrenador hará falta.

Puede que en el desarrollo de habilidades profesionales en las empresas actuales uno de los discursos motivadores de los formadores y promotores de las filosofías de la superación ya no sea “Sé la mejor versión de ti mismo(a) para que te hagas imprescindible para la compañía”, sino “Adquiere las competencias necesarias para que seas el(la) último(a) que reemplacen”.

Pero, ahí está parte del problema y también de la salvación, no todos ni todas podemos ser programadores, ni entrenadores de robots. Así que los “analistas” se llenan la boca diciendo que eso de que la IA vaya a ser el fin del mercado laboral o de los sistemas de producción, está muy lejos de ser una realidad. 

Añade aquí tu texto de cabecera

Lo soso, lo aburrido y repetitivo

Los robots pueden ocuparse mucho mejor que cualquier humano de las tareas repetitivas, aburridoras, mecánicas.

Las voces optimistas con la IA dicen que de esa manera los trabajadores podrán dedicarse a tareas más motivadoras, creativas y estimulantes. Pero ¿Dónde?

¿Dónde podremos dedicarnos a aumentar nuestras vibraciones espirituales con el tiempo que ya no usamos en tareas rutinarias?

Ah, pero… ¿y si…?

¿Y si casi el 100% de mi trabajo era justamente esa tarea rutinaria? ¿Qué trabajo queda para mí?

Ya sé dónde podré expresar esas potencialidades de evolución humana: En el paro.

Y finalmente… los replicantes

Y al final, uno de los esfuerzos de la industria robótica y de la IA es hacer androides ginoides, máquinas que se parezcan más a los humanos y se comporten como tales. Es posible que, sin darnos cuenta, sea una manera de manejar la culpa por los humanos que despediremos de nuestras industrias. Por supuesto, esta no es la versión oficial. El relato, más o menos coherente en la estrategia de inserción de los bots a la vida cotidiana es que se parezcan mucho a nosotros para que no os asustemos y los incorporemos con más naturalidad a nuestras vidas.

Te asomas desde el balcón de tu oficina, la que da al pabellón de producción y en lugar de personas, ves un batallón de robots, que parecen personas. Y tienes una sensación de familiaridad, de que estás entre los tuyos, con tu especie, pero es solo una ilusión. Eres el gerente o la gerente de una cuadrilla de robots que te hacen muy rico si tener que lidiar con el factor humano.

El tema del potencial de afectación de la IA en el mundo laboral es uno de los más recurrentes a la hora de hablar del avance de esta tecnología. Tiene sentido, estamos hablando de poner un pan en nuestro plato y el de nuestros hijos en los próximos años. 

¡Comparte tus impresiones!

¿Te sientes preparado(a) para ser reemplazado(a) por un robot?

¿Crees que lo que aportas a la compañía es tan exclusivo que solo tú lo puedes aportar?

¿Quieres ser una de las últimas personas que reemplacen con un robot en tu empresa?

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